“Soy una cámara con el obturador abierto, muy pasivo, grabando, sin pensar”, escribe Christopher Isherwood en su novela Adiós a Berlín. Una de las fotografías que Camila Valdés ha seleccionado para esta ocasión, nos muestra un conjunto de pinos frondosos cuyas ramas se juntan de tal manera que no podemos diferenciar dónde comienza uno y dónde termina el otro. Una masa de ramas de diferentes tonalidades, cuyo centro (casi el centro de la fotografía) se oscurece progresivamente hasta que dejamos de percibir hojas, colores, y todo se va a negro. A los pies de los árboles, una corriente de agua turbia, eclipsada por la sombra de las ramas, bordea una franja de piedras que se adentra hacia el mismo fondo. De alguna manera, esta imagen mezcla elementos que Camila –consciente o inconscientemente– viene trabajando desde hace tiempo. Un punto de vista que se quiere distante; objetos o espacios íntimos, secretos, pero a la vez inquietantes y universales; y cierta tensión entre naturaleza y artificialidad, entre desborde y control. Imágenes que eventualmente podrían remitir a paisajes o circunstancias cercanas a quien las mira, pero que al mismo tiempo nos traen de vuelta a su propia especificidad, a su locación, produciendo una especial tensión entre calma y misterio. Si bien es evidente el desarrollo de una estética formal que pretende sustraer la subjetividad tanto del fotógrafo como de lo retratado, así como también el uso de una perspectiva frontal (“pasiva, sin pensar”, como decía Isherwood), las fotografías de Camila Valdés tienen, a su vez, una fuerza y una intimidad desbordante. En esa tensión, sospecho, está su mejor logro. La cita de Isherwood continúa: “Grabando al hombre que se afeita y a la mujer con el kimono lavándose el cabello. Algún día, todo esto tendrá que ser revelado, cuidadosamente impreso, fijado”. Me alegra saber que, al fin, Camila se decide a desempolvar unas imágenes que –me consta– estuvieron guardadas durante mucho tiempo, a la espera del medio propicio donde ser expuestas.
Megumi Andrade Kobayashi